Estallido…

…No recordaba como habia nacido, puede que fuera de un estallido o de una luz brillante, no era conciente de que era, sin embargo notaba la energia en la punta de mis dedos como llamaradas azules e incandescentes que me iluminaban entre tanta obscuridad. Me asusté, no me sentia vulnerable pero no me gusto la soledad, me removí inquieta y por puro instinto quise huir y tan solo usé mi propia energia para propulsarme lejos, cerré los ojos, no me importaba donde ir, solo tenia que oir y sabría donde encontrar seres con los que sentirme… simplemente acompañada.
Dentro de mí sabía que ellos no serian como yo, ellos podrian estar hechos de cualquier otro material, incluso de simple carne. Oi una respiracion y me dirigí al golpeteo de su fuente de poder. Cuando llegé todo estaba obscuro, supe que era simplemente porque habia elegido la cara opuesta de aquel diminuto pedruzco azul.
Su poder, parecia tan fuerte, tan poderoso entre tanta vacuedad y yo caminaba dulce y eterea sintiendo las flores estallar bajo mis pies descalzos, no era humana, no era carne y sin embargo los sentimientos habian henchido mi pecho hasta hacer de mí el ser mas puro y brillante del universo… consciente de que mi sonrisa era ocaso y tambien destino… pero en el mismo instante que oi su corazón later en su pe cho, supe que en su regazo podria conocerse la eternidad…
Contra mas cerca me encontraba de él, mas brillante me volvia y todo comenzó a temblar a mi alrrededor, la gravedad perdia su poder y yo me hacia mas poderosa…yo me acercaba a ti y tu no podias verme, pero algo en tu interior se removió, sabias que era la causa de que tu mundo se tambalease, de los destellos que iluminaban tu obscuro cielo, queria que me vieras, brillante y perfecta, al final el carmino se acortaba y yo era luz y era maravillosa… tu estabas asustado, yo era como una tormenta que asolaba tu mundo rodeada de repentinas explosiones, pero tu corazon se agitaba y su poder me enloquecia y al llegar a tu lado, la luz iluminó tu mundo… tu eras el sol que me encendió y la mañana llego cuando rocé tus labios… tu piel se marchitó al instante… el miedo te paralizó, pero el deseo llamó a tu puerta con el destino cogido de la mano…
Instantes de cristal que se rompieron en mil pedazos al comprender la fragilidad de tu ser… abrí mi hinchido pecho y te acogí en mi interior, tu ahi serias por siempre parte de mi, incluso un dia podrias hacerme conocer la eternidad, perdida en tu mirada azul…
Despegué con fuerza de aquel fragil planeta, sembrando la devastacion tras mi estela… subi y subí hasta encontrar el vacio y la obcuridad y sin embargo… en mi interior era luz, ya nunca mas estaría sola, no volveria a encarar la soledad, ahora podia conocer el calor, un halo de humanidad, en mi interior, en mi ser, pues recorreriamos juntos el camino estelar, el destino de la luz, de la creacion, de un creador con un unico deseo… amar.

«¡ Este Jueves, un relato!» Palabras magicas… Bondage

El amor está sobrevalorado, tú dices que sin amor aquel juego de sumisión no sería lo que es… yo digo que es solo sexo.

Me removí dentro de mi traje de cuero totalmente adherido a mi piel como una segunda y flamante piel, me sentí objeto y a la vez reina de tus fantasías… me veía reflejada en tus ojos negros, y satisfecha de tu picara sonrisa que asomaba entre tus labios sin ni si quiera tu ser consciente de ello.

Yo me había vestido para volverte loco y observabas mi regalo con deleite… mis uñas rojas, mis labios también rojos, mi pelo negro ondeante y mis ojos de gata enmarcados con sombra de ojos negra… me había puesto mi traje de gatita de cuero negro y aun tenia tu sangre en mis uñas al resistirme a ser atada…

Nunca te era fácil inmovilizarme, sino habría sido una pantomima y la única verdad es que si no eras capaz de dominarme no te llevabas tu recompensa… yo era el trofeo si ganabas y como buena amazona guerrera luchaba con uña y dientes… tu piel podía dar buena cuenta de ello.

La cuerda que ataba mis muñecas y mi cuello estaba fuertemente anudada, no podía moverme ni un ápice y con cada pequeño gesto notaba aun mas apretadas mis ataduras…  probaba una y otra vez y sentía como el oxigeno comenzaba a no llegar a mis pulmones…

Tú te habías dejado caer en el suelo, en una esquina de la habitación entre la lámpara de pié y la cama, jadeante y sudoroso, veía tu torso desnudo brillar perlado en sudor y unas gotas centelleaban por tu piel al resbalar hasta llegar a tu ropa interior…

Veía tu piel dorada por el sol y me excitaba verte tan exhausto tras la lucha, eras tan hermoso, tan varonil… contemplaba con deseo tu fibroso cuerpo de anchas espaldas como el objeto mas pecaminoso pero apetecible del universo…  eras un cubito de hielo en el caluroso desierto de mi deseo… y no pensaba dejar ni una sola gota de ti… quería sentirte derretirte en mi boca, con insultante disfrute…

Me encantaba observar tu mirada deseosa y tus impulsos primarios que siempre te inducían a dominarme y a rasgar mi ropa abriéndote paso hasta mis tersos pechos y a mi ardiente piel… tu impaciencia me encantaba y me excitaba, pero el pulso estaba echado… ¿a ver quién podía aguantar un segundo más a sus deseos e impulsos, quien sería el primero en dar el paso…? ¿Yo? al pedirte que me poseyeras o ¿tu? al poseerme frenéticamente…

¿Quién dominaría esta vez…? ¿Yo?, al suplicarte que me desataras para poder tocarte y poseerte, o ¿tu?, al mantenerme atada mientras me poseías completamente a placer, sin restricciones, siendo dueño de mi piel, centímetro a centímetro…

Recorriste mi cuerpo con tu mirada lasciva y te vi tomar las tijeras de debajo de la almohada. Caminaste hasta mí y comenzaste a cortar grandes agujeros en mi ropa…

 Justamente dos grandes cortes en el lugar de mis pechos, dejando mis pezones al aire, los cuales observaste momentáneamente para luego pellizcarlos unos segundos, hasta notarlos endurecer, convirtiéndolos así en pequeño botones resaltando sobre mi rosada piel. Yo permanecía inmóvil y observaba expectante tu obra de arte. Los agujeros comenzaron a poblar mi ropa dejando grandes extensiones de mi piel al aire… en ese instante me sentí objeto y me sentí obra, moldeada con tus manos, con tu deseo…

Tu lengua recorrió tus carnosos labios y yo me mordí el labio… como bien sabes que hago cuando el deseo me inunda y solo soy excitación en estado puro…

Tú gateaste hasta mi a escasos centímetros de mis labios aun perfectamente maquillados de rojo fuego y sentí tu ardiente aliento acariciar mis labios, noté un tirón en mi cuerpo ya vencido por la ardiente pasión que me consumía por dentro…

Una cuerda tiró de mí y seguí, con fingida resistencia, tus sacudidas… tú recorrías con tus grandes manos mi cuerpo y cuanto más te sentía, más débil me sabía rendida a tus deseos.

Sentí el calor que emanaba de tu piel nada mas acercarla a la mía, sentí tu deseo palpitante e imperioso abultando en tu ropa interior y en cierta forma me sentí temerosa, sabía que nunca me harías daño, pero temía perder el control, no ser dueña de mis actos ni mis deseos y gritar al mundo entero que tú, eras mi gran debilidad… que haría cuanto desearas, solo por el simple hecho de desearlo tú.

Mi vulnerabilidad parecía formar parte del encanto de aquel juego erótico, tú al sentirte dominante, yo al sentirme libre del control que parecía reinar en mi existencia… solo en ti confiaba para ser dueño de mis deseos más profundos y ser a la vez objetos de los tuyos, por muy oscuros que estos fueran…

Yo ya era parte de tus secretos, por no decir el mayor de ellos y en parte me sentí realmente dueña y dominadora de aquella relación… sabia que tu sin mí no eras el amo al que jugabas ser, te gustaba dominarme y en verdad eran mis caderas las que marcaban el ritmo de tus movimientos haciéndote esclavo de tu propio deseo…

Tu ardiente sexo se abrió paso entre mis muslos hasta colmarme impetuosamente… yo gemía y gritaba excitada al notar mis ataduras apretar mis delicadas muñecas, tus manos dominaban y corregían mi cuerpo en busca de la postura perfecta…

El deseo y el dolor se entremezclaron, fundiendo ambos sentimientos tan puros y tan intensos hasta hacerme sentir eterna en ese instante…

-Solo tienes que decir la palabra mágica y pararé…- dijiste conteniendo momentáneamente el animal salvaje que anidaba en tu interior, que se apoderaba de tu consciencia y te hacia presa de tus deseos…

La palabra mágica parecían querer brotar de mis labios, no era para, ni por favor, ni si quiera dolor… tu palabra mágica era te quiero…

Apreté los dientes contra mi dolorido labio y saboree momentáneamente el deje metálico de la sangre en mi paladar.

Noté el orgasmo avasallar mi cuerpo, abriéndose paso por mi interior como una tempestad imposible de domar, te oía pedirme que dijera las palabras mágicas y yo solo pude gemir largamente y con mi último suspiro pronuncié mi palabras mágicas…

-… solo es sexo amor, solo sexo…. bondage

!2Este jueves, un relato»! ¿con quien te tomarias algo en una terraza…? ¿con quien…?

              Sabia por su forma de sonreír si estaba distraído, lo sabía por su forma de mirar a la lejanía, por su manera de estar justo a mi lado y sin embargo hallarse a miles de kilómetros de mi… miraba sus ojos y sonreía abnegada al entender que sus silencios contenían todo un mundo del que yo ni si quiera era consciente… en mi exilio, me sentía afortunada por poder tomar su mano entre las mías, por poder acariciar su pelo rebelde, feliz, tan solo por poder compartir el mismo aire… tan solo, por poder observarle allá en su mundo…

Las estrellas eran solo un puñado de puntos brillantes esparcidos por el cielo trágicamente violado por la contaminación lumínica de las farolas del puerto marítimo, los chiringuitos y las diferentes tiendas de suvenir que invadían el paseo de forma cruel. Allí sentada ante aquella cerveza helada escuchaba el mar en todo su esplendor. Me había sentado en la terraza del bar situado justo enfrente de la negra mar, solo intuida por el reflejo de aquella enorme y plateada luna que parecía gritar mi nombre con insultante claridad. Casi podía entender por qué aullaban los lobos a su enamorada luna, tan llena, tan poderosa, tan lejana, tan inalcanzable…

Notaba en mis dedos el frio del botellín de cerveza y en el resto del cuerpo el fuego de aquel verano, lo sentía tan pegado a mi piel que parecía introducirse bajo ella hasta hacerme  arder y emitir un halo de llamaradas y vaho convirtiéndome en parte de aquello que atormentaba sin piedad al resto de los humanos.

Los humanos contaminábamos el mundo y ahora además, éramos antorchas que contribuíamos aun mas al calentamiento de la tierra. Sentí pena por los que no disfrutarían de esta tierra en la que procuraba empaparme ante lo que yo había aceptado y me había resignado que era, una realidad, el mundo se acababa.

Era la noticia del dia, bueno que digo, del siglo. Solo se sabía desde hacia unas 48 horas y todo el mundo se mantuvo en un preocupante estado de shock que los mantuvo como viajeros de una nube, por encima de todo. La gente fue a trabajar, siguió llevando los niños al colegio y conforme fueron pasando las horas, las cosas empezaron a cambiar. La gente se levantaba en mitad de una sala de trabajo y se dirigía a una compañera de trabajo y la besaba y le confesaba su amor secreto. Otros se levantaban y les decían a sus jefes lo que nunca se atrevieron a decir. Aparecieron esposas que arrancaron literalmente a sus maridos de sus mesas y les exigían, que debían hacer realidad sus sueños. Poco a poco todo el mundo comenzó a ir a donde querían terminar. Unos a casa de familiares, otros a países exóticos. Los gobiernos acordaron vuelos gratuitos y la gran mayoría se dedicó a seguir esos impulsos que parecían aletargados en su interior, incapaces de salir, si no fuera por aquella noticia. El mundo se acabaría antes de tres días.

Yo no veo la tele, dejé ese vicio hace años. Fui la única que se levantó a trabajar y fue al trabajo sin los ojos rojos y sin síntomas de desesperación e impotencia. Yo reía y bromeaba y la gente me miraba como si fuera de Marte. Deseché las llamadas de mi madre, porque simplemente en el trabajo no podía cogerlo, a pesar de que ese día, todos parecían pendientes de sus móviles y los clientes me dijeran que sí prácticamente a todos los contratos. Mi ex novio me mandó un emotivo mensaje de amor explicándome que no había logrado olvidarme y que justo ahora solo podía pensar en mí. También recibí mensajes y llamadas de chicos con los que había tenido alguna relación hacia tiempo y me pareció muy curioso. Pero yo seguía trabajando.

No fue hasta que una compañera se echó a llorar gritando “que sus niños no” aclamando a dios, que me empecé a preocupar. Salí de la sala y fui al baño.

Mi ex me llamaba, lo cogí para explicarle que luego hablaríamos de sus repentinas revelaciones cuando me dijo algo que me hizo entender todo sin saber nada…

-Cuando todo termine, es a ti a quien quiero a mi lado…- Hacia años que no estábamos juntos y aquello me dejó impactada.

-¿Cuándo termine que…?- pregunté temerosa.

-… el mundo- su voz se desvaneció para mi, dejé caer el teléfono y todo tomó forma en mi cabeza. Las piernas me temblaron y perdí momentáneamente el equilibrio, la visión se me nubló y creí que me desmayaba. Oí su voz por el teléfono…- no tienes por qué estar sola…

-¡Luego te llamo¡- dije mientras colgaba y cuando llegué a mi sala las vi a todas ahí paradas- ¡Por el amor de dios!- grité- El mundo se acaba, id a casa con vuestras familias, amigos, amantes… o con el puto gato, ¡¡¡pero no os quedéis aquí¡¡¡.- Todas parecieron despertar al fin y comenzaron a recoger sus cosas y a salir. Incluso mi jefa pareció acatar mi orden como la única lógica entre tanto caos.

-¡Chicas¡- grite antes de salir- ¡un placer haberos conocido¡ de verdad…- corrí sin ni si quiera fichar, miré con una sonrisa como muchos hacían cola para hacerlo.

Una vez en la calle, las miradas distraídas, los rostros sombríos, los largos silencios que reinaban por doquier parecían evidentes ahora para mí, entre la música de mi móvil a todo volumen y las prisas no me había fijado. Ahora todo forma parte de un cuadro grotesco que anunciaba un final que yo me había perdido, al menos había dormido bien, por sus rostros muchos parecían haber pasado la noche llorando. Miré a un hombre trajeado de unos 45 años que en mitad de la carretera se sentó en el suelo y comenzó a llorar como un niño, abrazado a su cartera y con un llanto angustioso. Nadie se acercaba a él pero todos comprendían su dolor, por lo que nadie intentó recriminarle ni echarlo de la carretera, ni si quiera los conductores de los coches. Yo caminé los cinco pasos que nos distanciaban y me agaché… lo abracé.

El me apretó fuertemente contra sí y lloró desahogándose completamente, reposando su cabeza en mi pecho y abrazándome con aun más fuerza. Lo sentí como a un niño perdido, tembloroso. A nuestro alrededor el caos de los coches pasando parecía ajeno a nosotros, parecía la danza de los planetas, que giran siempre, eternamente cerca pero sin tocarse, en perfectamente en armonía. Nosotros situados en el centro,  como astros puestos de forma artificial en aquel mar de tráfico y estridencia. Cuando su llanto se calmó, le pregunté si tenía a alguien con quien quisiera estar, alguien con quien se tomaría una cerveza en una terraza de un bar en ese mismo momento. Me contó que su ex mujer, ella tenía a sus hijos pero no se atrevía a llamar por si le rechazaba y se sentía solo y perdido. Yo lo miré a los ojos y dije con el corazón en la mano.

-Pareces un buen hombre, aunque seas su ex marido, si la trataste bien, con respeto y amor, será contigo con quien quiera estar en estos momentos. Ve con ella… ve con tu familia.

El hombre pareció sentir como si el aire llegara al fin a sus pulmones y la luz a sus ojos y en su rostro asomó un atisbo de esperanza. Cogió el móvil y llamó.

-Voy contigo y los niños… ¿entonces? ¿Tú también quieres…?- volvió a mirarme y vi agradecimiento en su rostro por haberlo consolado y más en un momento como ese donde nadie era capaz de pensar claramente.

Vi un quiosco justo detrás de él. Caminé hacia allí y tomé un ejemplar del El País, durante un momento creí tener en las manos una de esas revistas sensacionalistas con dejes apocalípticos, como Interviú o Quo, pero no, era un periódico de los que aburren, contando por que se acababa el mundo como el que cuenta una película de ficción.

Leí la información mientras caminaba hacia casa dando un paseo, al llegar al paseo marítimo, caminé hasta la playa y me detuve en la arena justo frente al mar. Era demasiada información para asimilarla toda de golpe, pero lo cierto es que todos sabíamos que esto podía pasar, todo estaba enrarecido, el aire, el mar, los animales, el tiempo se había vuelto loco y hasta la gente había llegado a un punto incompresible… pero ahora que nos enfrentábamos a la realidad, que ya no tenía ninguna razón de ser, todo parecía desvanecerse bajo mis pies y sin embargo todo cobraba sentido, una claridad cristalina, una innegable revelación que a todos parecía alcanzar en un momento u otro. Miré a mí alrededor. Familias enteras parecían disfrutar de aquel día de verano junto al mar, muchos miraban el mar con una sonrisa en los labios, otros miraban jugar a los niños y se alegraban de su ignorancia, de su despreocupación y en cierta medida los envidiaba. Pero era mejor saber, sin lugar a dudas, al fin y al cabo podías planear tu ultimo día, hacer todo lo que siempre deseaste antes de morir, cumplir tus sueños y pensar en quien querías a tu lado, con quien querías pasar los últimos instantes del mundo, de tu vida.

Tomé el móvil y durante las siguientes tres horas hablé con todas y cada una de las personas de mi agenda. A algunos les perdoné y a otros les pedí perdón, a algunos les confesé secretos y a otros amores pasados, a algunos les di todos los motivos por los que habían sido importantes en mi vida, a otros les pedí explicaciones de cosas que no había entendido y con las que no me podía morir reconcomiéndome el alma.

Hablé largamente con mi familia, mi madre, mis hermanos… y me sentí egoísta por no correr junto a ellos en aquellos momentos, pero si algo había dictado mi existencia durante toda mi vida, es que siempre hacia lo que me dictaba el corazón y mi lugar en ese mundo que tocaba a su fin era ese. Esa playa, esa casa, esa luz… mi lugar era aquel que me hacia feliz, que me daba calma y me hacía sentir viva a pesar de sentir la muerte rozar de cerca mi piel.

Les pedí mil disculpas y les dije lo mucho que los había amado, a pesar de todo que puede ocurrir en una familia y que terminas guardando y a pesar de mi naturaleza independiente y despreocupada, pero eran mi familia y siempre los llevaría en el corazón.

Dejé a mi ex novio para el final. Le rogué que no viniera, le dije que él no era la persona que quería tener a mi lado en mi último aliento, que lo había amado, pero que el tiempo y la distancia habían hecho de aquel amor, algo del pasado, algo imposible de recuperar. No quería estar con él falsamente, solo por no estar sola en esos instantes. Casi no le dejé hablar, temía que me convenciera y decidí despedirme con un te querré siempre del que luego me arrepentí…

Aquel día fui de compras, me compré aquel vestido tan cara y sugerente que tanto había admirado en las últimas semanas y cuando el dueño de la tienda me vio con el puesto me dijo que había sido creado para mí. Ni si quiera me cobró. El dinero al fin había dejado de tener sentido en este mundo. Me confesó que estaba allí porque con los años era lo único que le quedaba y le había hecho feliz. Sonreí. Lo entendía bien.

Volví a casa y fui a casa de mi vecino Paolo, tenían las maletas en la puerta y se iba con su novio Iván a París, a cumplir su sueño de ver la torre Eiffel. Le pedí que me dejara darme un baño en su bañera de hidromasaje y él simplemente me dio las llaves de su casa.

-Toma… te lo regalo- dijo dándome un beso en los labios, un largo abrazo y las llaves en la mano.

Su apartamento era diez veces más grande y con lo último en decoración y equipos de música y video. Solo tarde media hora en instalarme. Llené la bañera y coloqué los pétalos de rosa y las esencias sin reparar en la moderación. Puse la opera de Carmina Burana y me serví una copa de vino de uno de esas botellas tan caras que Paolo coleccionaba.

Durante casi una hora disfrute de aquel baño con una intensidad y una pasión solo comprensible si hubiese sido el primer baño que me daba en mi vida, pero no, era el ultimo y en vez de hacerlo con pena lo disfruté más aun porque me deleite en cada uno de los detalles, de los instantes que me llenaron de felicidad.

Me vestí y me arreglé.

Me puse mi perfume caro, mis joyas más preciadas y no con ello quiero decir las más caras, me puse mis tacones más queridos y la ropa interior que me hacía sentir la mujer más sexy y hermosa.

Caminé hacia el paseo consciente de que solo quedaban unas horas y me senté en esta terraza a deleitarme con una cerveza helada.

No había nadie para servirla, pero dado que nadie había echado la llave a los bares o los restaurantes, entré en la barra y me serví yo misma. Me senté en la terraza que daba a la playa a esperar ese crepúsculo que llegaba, el crepúsculo del día, el de la vida…

Durante un momento pensé en él, en como a veces miraba al infinito distraído… tan lejano a mí y me sentía afortunada por poder rozar su piel y sentirlo a mi lado.

Cada vez hacia más calor y a pesar de que el anochecer había llegado hacía mucho rato, el calor parecía ir en aumento. Dejé mis tacones sobre la mesa junto a un billete de veinte euros y caminé hacia el mar.

Brillaban las estrellas en el cielo tímidamente y de pronto todo el paseo marítimo se apagó y estas refulgieron con una energía y un poder del que pocas veces había sido testigo. Alguien había apagado las luces del pueblo y aquello convirtió el cielo en un espectáculo que a todos maravillaba. A lo lejos sabía que había parejas cogidas de las manos esperando el mismo final que yo. Aquello había sido un regalo inesperado para todos.

Me quité el vestido abrigada en la noche y sentí el agua en mi piel calmando el calor al instante. Bucee e incluso bajo el agua se vislumbraban algunas estrellas y la luna que brillaba de forma increíble. Sin duda estábamos más cerca, la luna era un gran astro ahora, parecía tan grande que sentía que podía bañarme en su reflejo. Floté y me recree con el espectáculo agradecida por aquellas últimas imágenes.

Salí del mar satisfecha y feliz y volví a aquella terraza empapada aun y con el olor a mar y a sal por todo mi cuerpo, cansada pero pletórica. Quería cantar y gritar,  sentía que podía tocar las estrellas con tan solo estirar mis dedos.

En ese instante vi amenazadoramente cerca a aquella luna de belleza inaudita, pero que tan cruelmente nos atacaba desde el cielo. Las olas comenzaron a crecer  y el oleaje se volvió tempestuoso, pero eso volvió aun más bello aquel instante.

Pero una sombre pareció atravesar mi interior y pensé…- ¿con quién me tomaría yo una cerveza en esta terraza? No había decidido quien sería mi última compañía, ahora que sentía cerca el final, recapacité y me di cuenta de que yo, conmigo misma, seguíamos sumando una única persona.

Se acababa el mundo y no tenía a nadie con quien compartir mi último aliento. No le tenía a él. Que vivía distraído en su mundo, que parecía tan lejano, tan fuera de este universo que parecía doblarse sobre sí mismo y entendí que había cometido un grave error al rechazarte.

Él que había vivido en su mundo, olvidándose de mí, en su último instante sobre la tierra me había elegido a mí y yo, me había encerrado en mi mundo y había preferido mi soledad a él.

Pensé en llamarlo, pero de nada serviría, al fin y al cabo, ya habría encontrado a otra persona que le hiciera compañía.

-… sabia que estarías aquí…- dijo una voz tras de mí y me sorprendí al verle y la emoción embargo mis sentidos hasta hacerme caer rendida en sus brazos, olvidándome del orgullo y los reproches.

-Pero si te dije…- comencé a decir.

-… sabia que al final me invitarías a tomar una cerveza en este bar que vio nacer nuestro amor… en nuestra primera cita, frente a este mar, que es tu segundo amor y bajo estas estrellas, que yo he resaltado para ti, porque sabía que te haría feliz…

-¿Pero como…?

-Solo sé que tú eres mi destino, ni la distancia ni el tiempo borraran eso… que digo, ni el fin del mundo lo podría cambiar.

Sonreí mientras me dirigía hasta la barra del bar y saqué otras dos cervezas heladas de la nevera y nos dirigimos de la mano a la playa.

Nos sentamos en la arena, yo entre sus piernas, apoyando mi espalda sobre su pecho mientras sentía su aliento en mi cuello y notaba el roce de tus labios en mi piel. Tomamos esas cervezas rebosantes de felicidad a pesar del cercano fin… pero juntos en aquel final.                        

¡»Este jueves, un relato»¡ Problemas tecnico… tecnicamente tecnicos.

                       No podia… habia oido hablar de los problemas… llamemosles tecnicos en los hombres… nunca en las mujeres, pero mi problema, mi terrible problema no estaba en el poder de la levitacion, sin duda alguna, estaba en el corazon.
                        No, iba con el mismo pum pum del resto del mundo, mi corazon no iba como un reloj, ni si quiera como uno solar… mi corazon se paraba o se adelantaba y en los momentos mas inadecuados rompia la magia con punzadas a veces tan dolorosas que lograba hacerme hasta llorar…
                      -¿Que mas da… ?- le gritaba yo- no tienes que sentirlo todo con tanta intensidad para ponerte a andar, no puedes pararte, no puedes parar mi mundo, mi cerebro, mi universo por simples sentimientos…- le gritaba.
                       Me imaginaba a mi misma, sentada en el baño, con el corazon en las manos, en ropa interior y con la sensacion de que volvia a tener problemas tecnicos…
                       Me sentia una muñeca rota, vestidas con jirones de lo que una vez habia sido mi coraza y sin embargo no me molestaba mi desnudez. Era lo que era, al fin habia llegado a aceptarme tal cual y no me importó sentirme debil o no cumplir como se esperaba de mi… Me miré en el espejo y sonrei levemente al comprobar mi cara ridiculamente congestionada por la preocupacion. En parte, no lo entendia, no me importaba salir y decirle que no iba a poder hacerlo, porque habia sufrido un gatillazo, pero el chico me gustaba y la situacion era tan ridicula que como explicarle que mi corazon habia decidido pararse al no sentir lo que debia al notar su roce en mi piel. No era cuestion de que no me gustaria, era solo que mi corazon queria mas… mucho mas. Es cierto que  veces he tenido lo que yo siempre he llamado el sindrome de la agenda inoportuna y es que no llegas al orgasmo simple y llanamente porque te desconcentras hasta el punto de ponerte a repasar la agenda y ha hacer memoria de todo lo que debes hacer.
                         Pero aquella era distinto. Nunca habria imaginado que me podia pasar aquello a mi, estaba junto a un hombre que me gustaba, era guapo, simpatico, inteligente y encima compartiamos muchos gustos, me gustaba como me hacia sentir y como me miraba hasta hacerme ruborizar y nos habiamos reido despreocupadamente, estuvimos tan agusto juntos durante toda la cena en aquel restaurante junto al mar, que habia sido una velada perfecta. Luego el paseo por la orilla y un timido beso con el rugir de las olar de fondo. Luego subimos a su cas y tomamos la ultima copa en su terraza, despues todo ocurrio sin mas y yo me dejé llevar. Todo iba bien. Besaba genial y encima sonreia picaramente cada vez que me veia morderme el labio inferior presa del deseo… pero entonces, algo sonó, como un crujido leve pero audible. No sé si era algo roto o simplemente suelto, pero algo no funcionaba.
                        Entonces lo oi, bueno mas bien no lo oí. Mi corazón se paró y corrí al baño. No era una broma, ni imaginaciones mias, mi corazon se detuvo y yo me asusté. Sin duda estaba ofendido… -yo no pódia hacerle esto- me gritaba sin voz…
                        Salí del baño y el me esperaba en la terraza. Traté de explicar, pero él simplemente me sonrió. Tenia una baraja de cartas y comenzó a repartir en la mesa sin dejar de mirarme, yo me senté y sonreí…
                       -Te advierto que a esto soy muy bueno… a lo otro tambien, pero eso ya lo averiguarás algun dia- dijo con amplia sonrisa.
                       – Yo… -dije tutubeante, pero él no me permitió continuar.
                       – Todos hemos tenido problemas tecnicos alguna vez…. ¿no?
                     

» ¡Este jueves, un relato!» El amor. Siempre amor… el alma de una romántica empedernida…

Solo cuando
las luciérnagas levantan el vuelo y dejan la tierra atrás, levanto la mirada al
cielo y descubro el firmamento estrellado, solo entonces separo mi rostro de
ti… solo entonces dejo de mirarte…desde que te conocí…

   Para cuando vuelvo mi mirada a ti, mi alma
sufre un vuelco que hace conmoverme  y
siento que soy afortunada ,doy gracias a los dioses, al cielo o a quien haya
guiado tus pasos hacia mí… esta noche de verano… veo las estrellas asomar
curiosas, hasta los ángeles paran sus quehaceres a mirar y es que el mundo se
ha detenido al fin… tan solo un segundo,  el universo parado ante nosotros, solo para
hacer que estemos juntos los dos… se confabularon todos en el universo para que
yo pudiera estar aquí para mirarte y saber que tú eras sólo para mí…

    Y grito al mundo, que tus ojos son un
espejo para mi… al fin me veo entre tanta oscuridad… y mis ojos verdes te
llenan de una inimaginable felicidad, por un momento rozamos nuestra piel,  en mitad de tanta soledad, un oasis de calor…
mi cuerpo se estremece ante tu tacto calido, pasional y solo puedo suspirar llena
de una inconmensurable exaltación y es que eres todo cuanto deseo, todo cuanto
puedo esperar en este mundo… todo lo que pude soñar… en un mundo hecho de
hielo… nosotros no… nosotros vivimos en el centro de un huracán,  tú viento y yo fuego…  y en tus brazos pura tempestad…

   Somos elementos imposibles de aplacar… tú eres
el alimento para mi alma y yo devoro tu piel con total devoción… solo puedo
esperar no consumirte hasta el fin, no arder sin control y hacerte desaparecer
entre mis brazos en un abrazo de ardiente pasión… tan solo sé que sin ti no
puedo existir… sabes que solo tu ausencia puede extinguir mi fuego… hasta hacer
de él solo un recuerdo de templanza en tu ser…

    Y sin mí, sientes que tu vida, es solo un
segundo mas de completa soledad entre tanta inmensidad y es que no importa donde
esté… yo te hago vibrar, encenderte, sentir el mundo llenando todos los poros
de tu piel, arrastrándote hasta el deseo mas pesado para el corazón,  el que te hace ver la certeza en todo lo que
conoces, de que solo yo existo aquí por ti y para ti, para tu alma… sabes que
es innegable esto que sentimos los dos y caes en mi interior con la
grandiosidad de un tornado… aire abultado por mi calor… tocado como solo los ángeles
tocan y con ese tacto no unimos los dos… una conexión para siempre, que nos
advierte de que solo hay un segundo de imparable pasión y entre tanta locura
tus labios me llaman y yo voy…me besas, nuestros labios se entrelazan en un carnoso
y sabroso deguste de nuestra piel, sientes al fin mi calor en tu lengua y la
humedad nos hace anhelar los cuerpos con mayor intensidad y es que sabes con
tan solo un beso, será tu perdición y te tendré hasta el fin de tus días… hasta
el fin del mundo te seguiré para calmar mi sed.

   Y es que eres… lo que yo siempre anhelé, te
siento como guardián de mis secretos que jamás rebelé y sabes que mi alma
guardará la verdad,  sabes que jamás podré
vivir sin tu luz, en este mundo incierto tú eres mi farol alumbrando desde
tierra segura … porque me guías y me alimentas con tu inconmensurable ser,  marchamos por la vida  juntos al fin y nos hayamos aquí los dos… nos
miramos a los ojos y sentimos que nos conocemos desde antes de los tiempos…tú
sientes que mi picara sonrisa te hacia soñar antes incluso de verla aparecer en
mi rostro, que todo mi ser te era familiar y tu mirada me hace sentir que he
llegado a mi hogar… si hay algo que puedo yo atestiguar es que esta no es
nuestra primera vida juntos y ni la ultima en la que volveremos a estar, ahora que
volvemos a sentirnos y guiados por el instinto hacemos el amor en la playas
blancas que bañan nuestro mar… te siento dentro y muerdo mis doloridos labios
para no gritar, sabes que esto es solo el comienzo, que esto puede estallar y
llenarnos, pervertirnos  hasta perdernos
en el deseo imperioso de devorarnos, meternos el uno al otro bajo la piel…
torturados por el deseo…

Y el destino
hizo su aparición, tan solo un oasis entre tanta soledad, yo tiemblo ante ti y
solo puedo dar gracia a los dioses… más de lo que jamás pude ni rogar… tan solo
un beso me liberará y arderás… y yo te colmaré, llenaré mi soledad… juntos, los
dos….

Tan solo
hasta el final de los tiempos… nuestro amor estaba escrito en el libro de los
sueños… el amor juró nuestra unión y aquí estamos para cumplir los designios de
la caprichosa fantasía del amor… extenuados bajo el mágico manto de estrellas,
sentimos nuestro propio renacer bajo la mirada atenta de los dioses, que
manejan nuestra vida sin piedad… sin perdón.

Unidos
nuestros cuerpos como uno solo, en el marco de la noche… solo dos siluetas bajo
la luz de la ventana y aun así tus ojos brillan tan intensamente que me
desgarran el alma… esta noche no solo te amaré como nunca te han amado… sino
que te entregaré mi alma… ámame, pues yo te amo ya… con cuerpo, alma y corazón…

«¡Este jueves, un relato!» Bichos. El Bicho…

El dolor de cabeza le empezó por la mañana. Se levantó y con un trago de gazpacho frio de la nevera se tomó dos analgésicos, no debía tomarlo con cerveza, podían no hacerle efecto. Caminó torpemente por una casa llena de trastos viejos, esparcidos por el suelo, pero no podía tirar nada, aun no sabía que es lo que podía servirle.

Miró el reloj de la cocina, el único de la casa que aún tenía pilas y no atrasaba tanto como para perder su credibilidad. Las doce y cuarenta y ocho.

Ya es hora de una cerveza.

Mientras buscaba bajo la cama la otra bota, el dolor de cabeza se intensificó y empezó a oír una especie de ruidito en el interior de su cabeza. Era molesto y aquello le incomodó aun más. Pero debía esperar a que le hicieran efecto los analgésicos.

Caminó mas cansadamente de lo habitual en él, cuando de ir al bar de Rodrigo se trataba. Allí, se sentía a gusto, allí le esperaban su amigo y las chicas. Eran tres bellas camareras sudamericanas, muy dulces y cariñosas, que le reprochaban con picardía sus comentarios suavones y algo subidos de tono. El disfrutaba comentando el tamaño de sus pechos y comparándolas con otras bellezas de la historia. Él sabía mucho de eso, había sido profesor de historia del arte en la complutense de Madrid y conocía el nombre de los iconos de la belleza en el arte y la historia. Graciela, una dulce colombiana de ojos rasgados y larga melena rubia, siempre sonreía picara y le dejaba entrever un poco de su escote cuando él le hablaba de su exuberancia y sobre todo, cuando la comparaba con los personajes femeninos de la Ilíada.

Pero aquel molesto ruido le estaba afectando un poco, incluso al equilibrio. Era como un ligero martilleo, pero tan constante que parecía un ruido de una obra. Parecía del exterior. Pero no, lo sentía dentro de él.

Antes de llegar al bar se desvió en la esquina y se acercó a la farmacia. Se compró unos bastoncillos y un espray. Podía ser un tapón de cera y que tuviera agua en el oído. No había nadado últimamente pero le gustaba quedarse largamente bajo el agua de la ducha y tal vez aquello no era muy sano para su oído. Tomó otros dos analgésicos.

El bar estaba aun solitario, era tan solo la una y veintitrés, y hasta las dos y cuarto no llegaba la gente a por su cerveza y su tapita.

-Una cerveza preciosa y ponme de tapa algo sin vinagre, que aun no he desayunado…- dijo sentándose en su taburete habitual, justo en la esquina de la derecha, junto a la salida de los camareros, para poder ver bien el culo a las chicas al salir de la barra y también cerca de los baños, para no tener ningún accidente. Sabia de parroquianos que lo había sufrido y la vergüenza y el estigma eran difícil de borrar.

-Vale encanto, pero luego me tienes que dar un besito- dijo Rodrigo saliendo de la cocina.

“¡¡Maldita seas¡¡”- pensó, cuando todos comenzaron a reír.

Hoy sin duda no tenía un buen día y no podía olvidarse de aquel horrible ruido en su cabeza. Bajó la mirada y rojo de ira y vergüenza se centró en los destellos dorados de la jarra de cerveza, que acababan de ponerle, sudando de forma tentadora ante él. La gustaba la cerveza, miraba a través de ella y veía como las burbujas nacían en el fondo y subían lentamente hasta desaparecer, sin más en la superficie… “puff” y desaparecía.

“Algunos deberían desaparecer de igual modo” con sus bromitas y sus gilipolleces y llevarse aquel maldito dolor de cabeza con él.

Uno de los parroquianos puso la tv y un partido resonó a todo volumen en el bar. A él le gustaba el futbol como a todo el mundo. Y sentía que podía verlo, disfrutarlo y vivirlo como el que más, pero aquel día, los comentarios del comentarista y los gritos del bar taladraron en su zona occipital hasta notar como las venas se abultaban en su sien y se le ponían los nervios de punta y la sensibilidad a flor de piel mientras un ojo se le iba cerrando literalmente.

Maldito dolor de cabeza, malditas venas hinchadas, maldito ojo palpitante, todo eso también debería desaparecer como las burbujas.

Caminó hasta el baño y orinó largamente la cerveza que acababa de beber. Se echo agua helada en el rostro y salió nuevamente al local con aquel infernal partido rugiendo en la televisión y que hacia rugir a todos los clientes de Rodrigo y a él mismo por encima de todos.

Una hora más tarde el partido acabó y con él el poco control y la poca calma con la que había amanecido… sin duda aquel ruido no había hecho más que mermar su situación.

Tomó otros dos analgésicos. ¡Al carajo!, lo tomó con cerveza.

Todo a su alrededor se enmudeció y solo era capaz de escuchar aquel atronador ruido, aquel incesante ruido muy parecido al goteo incesante de un grifo mal cerrado o peor aun estropeado, con la horrible sensación de impotencia al apretar una y otra vez aquel grifo, aquel maldito grifo roto.

Gisela pasó muy cerca de él, tanto que él pudo apreciar su aroma a flores de azahar en el ambiente. Aquel olor pareció mitigar algo el dolor y por puro instinto su cuerpo buscó aquel aroma acercándose a la joven. Ella pareció incomodarse de repente tal vez fue la ansiedad con la que la asió, tal vez fue la expresión de su rostro desencajado pero ella se echó atrás y le empujó bruscamente, de un modo en el que nunca lo había rechazado. Él se enfureció y si no hubiese sido por el ridículo que le hizo pasar lo habría dejado pasar, pero volvió a ir hacia ella y le pidió explicaciones sobre su actitud.

Rodrigo salió de detrás de la barra y lo reprendió colocándose entre ambos. La cabeza le iba a estallar.

Rojo de furia, pero torturado por el maldito dolor de cabeza, marchó sin mirar atrás…

Llegó a casa y se miró en el espejo y la imagen le pareció grotesca y deforme e imaginó a todos burlándose de él.

Tomó otros dos analgésicos para luego mirar la tableta, sopesar el dolor y tragar otras tres mas sin agua ni nada.

CLACK¡ CLACK¡ CLACK¡

El dolor persistía.

Mientras andaba hacia el bar, el reloj de la farmacia de la esquina marcaba las diez y veinticinco. Era martes y las calles estaban desoladas. Sin duda, el bar estaría a punto de cerrar.

Solo Julita estaba en el bar y vio como alguien entraba tras la barra. Miró y comprobó que era el amigo de su jefe. Ella continuó poniendo papel de aluminio a la comida que había sobrado y cuando volvió a por mas los vio uno frente al otro, muy juntos.

Una pistola lo mantenía inmóvil mientras le rogaba a su amigo que se tranquilizara.

-Ésta es la última vez que te burlas de mi… -dijo apretando aun mas fuerte su garganta con una mano mientras le apuntaba la pistola en el mismo sitio, en dirección a su cabeza.

Julita pensó que solo era una broma, pero la pistola era real y el ruido que hizo al volarle la tapa de los sesos también.

Los gritos taladraron su cabeza una vez más, pero al menos, ya no se burlarían de él, nunca más.

Horas más tarde le comunicaron a la familia del asesino, que estaba en el hospital. Su madre, mayor y aun conmocionada, acompañada de un padre regio y de buena familia llegaron al hospital y hablaron directamente con el inspector encargado del caso.

-Su hijo declaró que no sabía cómo había podido hacerle eso a Rodrigo… que él era su amigo.

– ¿Entonces… está loco?

– Hablaba sin parar de un ruido en su cabeza, de un goteo incesante, farfullaba algo de un grifo roto y… dejamos un lápiz sobre la mesa, solo fue un instante, solo un instante…

-¿Que ha hecho?, ¿ha dañado a alguien más?- dijo el padre con una expresión imperturbable mientras sostenía a su consternada esposa.

-No, se lo clavó en el oído… los médicos dicen que está sordo y que posiblemente tendrá secuelas de por vida…

Un grito los sobresaltó… los padres se dispusieron a entrar, el policía los detuvo en la puerta un momento más…

-Él dice que era un bicho, el bicho que hurgaba en su cerebro, que devoraba todo en su cabeza… el bicho de la maldad…

Cuando sus padres entraron, ni si quiera reconocieron a su hijo, tenia media cara paralizada y le costaba hablar.

Su madre rezó por su alma y maldijo a aquel maldito bicho de su cabeza.

Su padre tan solo deseó que se hubiese matado después de disparar a aquel hombre del bar…

 

A la memoria de Juan, una muerte sin sentido.

¡ESte jueves un relato! Reunion ante una taza de cafe…

El ocaso asomaba por el horizonte y sólo en el crepusculo de nuestra amistad, pude observar aquel atardecer en todo su explendor…
Tomaba mi humeante taza entre mis manos y mi mente viajo por el tiempo y por el espacio al un futuro alternativo donde ella era mía y vivíamos juntos una magnifica historia de amor imperturbable… pero sus palabras me sacaron de mi estupor…
– …estoy tan feliz, ya solo queda dos dias para casarme y figurate, todos mis amigos estan aqui conmigo para celebrar el momento mas importante de mi vida..- todos los amigos sonrieron. Él tambien.
La charla continuó durante largo rato y sin saber cómo recordaron cuando se conocieron hacia ya 7 años…
-Sin duda eres el chico mas raro que he conocido jamás… hasta pasados dos años no sabia que hablabas…- dijo con una sonrisa- solo te he visto así con la rubia aquella que te gustaba…
Todos guardaron silencio.
Yo tomé otro sorbo de mi café y dije.
-Y tu eras la chica mas charlatana e irritante que he conocido jamás, ya ves tardé dos años en poder meter baza…- todos me miraron y rieron estradentemente.
No sería yo quien romperia nuestra amistad, desintegrando el grupo y estropeandole el mejor dia de su vida. No tan solo para poder decirle un te quiero… preferia callar para siempre y seguir reuniendonos y charlando ante una taza de café al atardecer…

«¡Este jueves, un relato!» El regreso, Ël regresó a ella…

Regresó con la sonrisa llena de esperanzas,

Con el pecho henchido de orgullo,

Del que mata el amor

Y muy lentamente, el alma…

Regresó como regresa el otoño

En silencio y sin anuncios

Solo mudas hojas yaciendo

Sobre la tierra levemente mojada…

Regresó como regresa el guerrero vencido,

Sin honor ni gritos de victoria

Sin juglares que canten sus hazañas

Ni doncellas que suspiren

Por su perpetua leyenda…

Regresó a los brazos de su amada

Y durmió un sueño de un millar de años

Cansado y derrotado de tanta matanza

Y aun vestido con aromas de sangre

Con sueños perdidos en campos de batalla

Entre la candidez de los niños

Que fueron como hombres

Y regresaron como ánimas…

Arrojando su inocencia

Entre el lodo y los ríos de sangre

Que acompañaron su camino

De regreso a casa…

Regresó a su calidez

A su piel suave

A su sonrisa sincera

A su mirada penetrante

A su lecho caliente

A sus carnosos labios

De pendencieros besos

A sus abultados senos

De voluptuosas curvas

A su amada que

Con aromas de sensualidad

Atormentaba su alma

Con pecaminosa facilidad…

Regresó, pero ella ya no estaba

Él regresó a ella,

Pero ella nunca esperó que regresara…


Sabado literario de Mercedes. Dialogo entre zombies… Me muero de ganas…

-Me muero de ganas…
-Sabes que no puedes hacerlo…- dijo su amiga mirandola desde su opaca mirada.
-¡¡¡Pero no pude hacerlo…¡¡¡ Si tu hubieras muerto justo en tu noche de bodas, sin haber tocado al que era ya tu marido, sin haberlo besodo, rozado con tu piel y sentido esas mariposas en el estomago que me hacian sentir única entre sus brazos…
– Bueno, pero han pasado años, él habrá rehecho su vida, habrá conocido a otra mujer y habrá tenido niños…
-¿Cuanto tiempo ha pasado?- dijo mirandose en un espejo y viendose tal y como el dia como murió…
Pero su amiga, hacia mas años que despertaba con la luna llena y sabia que aquello era parte del embrujo pero la realidad era muy distinta.
-Hay reglas….
-En el amor no hay…
-Siempre hay reglas y siempre hay quien cree que puede burlarlas… peor no creeme. Las cosas no son asi.-Dijo mirando la luna manchada de sangre y notando aun más dolorosas el corte en sus muñecas…
Hacia casi siglo y medio que se habia cortado las venas por amor, y recordó como en cuanto llegó la primera luna ella despertó y fué al encuentro de su amado, pensaba que si le explicaba todo lo que habia visto con claridad cuando murió él entenderia que ella era su destino y allí fué lo que no imaginaba es que en cuanto salian del campo santo no solo necesitaban a sus amados, tambien devorarlos… La vuelta fué traumatica, todos la miraban de soslayo y como castigo estaba encargada de todas las jovenes inexpertas y enamoradas que caian en el abismo de su propio amor.
Un grito alertó a todos, corrió como pudo hasta la vaya y observó como su amiga venia con la cabeza de su viudo entre las manos y el vestido de novia ensangrentado…
-Lo ves cariño, aqui es donde vamos a vivir, por siempre juntos…- dijo en parte rota de dolor, trastornada por lo que habia llegado a hacer al hombre al que amaba…
-Las reglas… estan por algo…- dijo en un susurro..

Sabados Literarios de Mercedes. Zombies. Kibo.

De entre todos los cachorros, aquel era el que lo habia enamorado, con su ozico color canela y sus ojos vivaces. No pudo evitar tomarlo entre los brazos y aspirar su olor a cachorro , sentir su diminuto corazon en la mano y su respiracion agitada que solo se rompió al oir un diminuto y gracoso ladrido que le hizo reir de forma estridente. Era la primera vez que reia desde que habia perdido a su esposa, la persona que mas habia amado en toda su patetica vida, la unica persona por la que él habia parecido ligeramente interesante o brillante. Durante un instante miró a aquel animal como al hijo que nunca pudo llegar a tener con ella, y ya no lo volvió a soltar.

Lo llamo Kibo porque se lo aconsejó la unica amiga que le quedaba, la unica que habia tolerado sus desplantes y su mal genio en multitud de ocasiones. Practicamente, ella era tambien la unica persona a la que habia consentido en tratar, mas llevado por su insistencia y su contagiosa alegria que por un deseo real de manter cualquier tipo de relacion humana.

Durante los primeros dias las risas y los largos momentos de observar al nuevo pequeño miembro de la familia eran todo su mundo. Hizo un millon de fotos y se dedicó a hacer un bonito albun con todas aquellas imagenes que captaban el descubrir del mundo de aquel cachorro.

Las fotos fueron sucediendose y las imagenes iban cambiando hasta que reflejaron a un joven perro de fuerte patas y gran personalidad. Era tan metodico y disciplinado como él. Las horas del paseo y la comida eran sagradas para ambos y tras comprobar que acataba bien las hordenes, lo disciplinó y lo dominó hasta hacer de él su sombra y en parte su reflejo.

Un dia, una noticia llamó su atención mientras él conducia por la carretera, escuchó la increible noticia de que algunos cadaveres, habia vuelto a la vida, no todos, solo los que habia sufrido algun tipo de cancer tratado con quimioterapia, radiacion y una mezcla de tres medicamentos que se habian utilizado en los ultimos 3 años.

No podia creer aquella noticia, sin embargo la radio era la que ponia cada mañana y hoy no era 28 de diciembre, estaban en abril y dudaba mucho de que se inventaran tantos datos.

Avisaban de que no se acercaran a esos cadaveres andantes pues no habian logrado aun averiguar sus intenciones.

Llegó a casa, kibo estaba inquieto en su lugar en el maletero con aquella red de seguridad, que empujaba y mordisqueaba, cosa que jamas habia hecho. Sin embargo, a cada segundo que pasaba mas loco parecia volverse. Se acercó a él y Kibo le lamió la mano, para él su amo era lo que mas amaba en el mundo, le era fiel y lo idolotraba hasta el punto de tener fé ciega en sus palabras.

Entraron en casa y al llegar notó un olor extraño en el ambiente, Kibo gruñó. Caminó unos pasos y vio la estela del vestido verde con el que habian enterrado a su esposa, para él era imposible de confundirlo pues soñaba con ella enfundada en aquel vestido cada noche.

Siempre la imaginaba con su sonrisa fresca y con flores en el pelo. Soñaba con rozar su piel tersa y con besar cada rincon de su cuerpo entre suspiros y risas contenidas.

La llamó por su nombre pero ella no se dejó ver. Llegó al salon y vió su estela de nuevo por la escalera, justo detras de él, corrió con kibo como su sombra.

Al llegar arriba entró en su cuarto. La puerta se abrió lentamente mientras una sombra oscura se situaba junto a la ventana.

Él volvió a llamarla y ella simplemente se giró. Habian pasado casi dos años desde su muerte y su carne estaba echa girones. Se habia consumido y solo el pelo y las uñas parecian intactas. Ni si quiera podia mirarla a la cara sin sentir un abismo en su interior. Pero era ella, era su amada. Dió un paso hacia ella y de lo mas profundo de aquel amasijo de carne salió una mezcla entre gruñido y grito de lo mas gutural que no asustó a kibo, poque siempre habia estado en alerta, pero que lo puso en estado de ataque.

Ella se abalanzó sobre su marido y kibo sin dudarlo se abalanzó sobre ella. En pleno ataque su amo grito la orden que le exigia que dejara la lucha y parase de forma automatica, intantanea.

Kibo paró y su aullido dañó sus oidos, en intensidad y dolor. Su mujer devoraba a su adorado perro, lo cortaba con sus uñas y dientes y lo destrozaba mientras parecia alimentarse de él.

Por puro instinto fué a su armario y tomó el arma que tenia siempre cargada y la vació en la cabeza de su amada esposa, pero ella ya no se movia. Ni su perro.

Observó a su amada y a su amigo fiel yacer inanimados en el suelo y durante un instante la desesperacion hizo mella en el.

Aquel llanto nadie lo vió. Pero si alguien hubiese sido testigo, habria llorado conmovido por tanto dolor.

Al dia siguiente. Volvió a ir al criadero de perros y volvió a tomar a un cachorro entre sus manos, observó su naricilla y sintió su corazon y su respiracion y sonrió levemente al oirlo ladrar diminutamente.

Pero sabia que jamás hallaria en él la fidelidad y la fé ciega que habian acabado con Kibo, pues eso solo lo habia convertido en un perro tonto y fragil…

Él, solo queria un perro.

  • Igraine Cubillana

    IMPRUDENTE, DESMESURADA, APASIONADA, DULCE, ETEREA, MENTAL, DEMASIADO CARACTER Y MUY CAMBIANTE...ESTOY LOCA Y VUELVO LOCO A LOS QUE ME RODEAN... SI LLORAS POR QUE SE HA IDO EL SOL, LAS LAGRIMAS NO TE DEJARAN VER LAS ESTRELLAS.

  • Vive el dia de hoy como si este fuera el ultimo…

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